En agricultura, uno de los problemas más frecuentes es la presencia de piedras o terrones que dificultan el trabajo del suelo.
Precisamente por eso se utiliza la enterradora de piedras, una máquina que sirve para preparar la tierra para la siembra.
Las enterradoras de piedras son máquinas que trabajan el suelo enterrando, como su propio nombre indica, las piedras y los residuos, incluso en suelos que no se han trabajado antes. Ofrecen los mejores resultados con los suelos más compactos y tenaces, asegurando una excelente permeabilidad y llevando el suelo a la superficie con una granulometría fina.
Las partes principales de estas máquinas son:
El trabajo combinado del rotor y la rejilla permite estratificar el suelo, entrerrando los materiales más grandes en profundidad y dejando, en cambio, la tierra más ligera en la superficie.
El uso de una máquina entre ejes permite realizar varias funciones en una sola pasada: el suelo se fresa, las piedras se entierran y se vuelven a depositar, lo que permite optimizar el calendario de las distintas operaciones de labranza.
Además, las enterradoras de piedra, al garantizar el enterramiento de materiales de mayor tamaño, proporcionan una mayor calidad de acabado del terreno, asegurando una primera capa suave y bien trabajada.
El sistema de corte de estas máquinas consta de azadas extremadamente duraderas, con las cuchillas sobre un eje central que gira.
Las azadas se distribuyen a una distancia regular a lo largo del eje y, se pueden ajustar en altura para adaptarse mejor a los diferentes suelos que se van a trabajar.
Al trabajar, las azadas penetran en el suelo, rompen los terrones más grandes y nivelan la superficie, al tiempo que consiguen eliminar, si las hay, las raíces, permitiendo así la aireación el suelo y la mejora de su estructura.
La principal diferencia entre las fresadoras y las azadas es que en éstas últimas, el rotor central gira en la misma dirección que el suelo, y están equipadas con azadas redondas.
Estas rompen y compactan el suelo hacia abajo, a diferencia de la acción de los enterradores de piedra. De hecho, el suelo al ser más compacto en profundidad se convierte en una barrera para las raíces de las plantas, impidiendo que el cultivo crezca adecuadamente.